No tengo moral. Sé manejarme
perfectamente en situaciones escandalosas. Supe mostrar mi mejor cara habiendo
hecho cosas cuestionables. Tengo la sonrisa fácil y el cinismo sale por mis
poros. ¿Cuál es el límite? Me lo pregunté muchas veces, pero es que ahí está el
problema. El límite está en mi control. Puedo soportar cualquier circunstancia,
mientras sepa lo que esta pasando. Necesito entender lo que ocurre a mí
alrededor, nada puede salir de mi control. Nada puede escapar del modelo de mi
mente, sino la culpa aparece en mí, sin piedad, dando mil vueltas por mi cabeza
y haciéndome plantear tantas posibles hipótesis que acabo por creerme culpable.
Siendo capaz de mentir con una sonrisa, de manipular disimuladamente para poner
cara de asombro cuando todo explote. Mi límite es lo ajeno, esa delicada línea
que me separa del resto del mundo y que no puede ser traspasada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario