Días soleados que conviertes en grises, días en los que la tristeza
y la alegría viajan en el mismo tren. En
los que inconscientemente
te haces un poquito más de daño. Tal vez intentando buscar una explicación a
esa respuesta irracional que da tu cuerpo respecto a él, cuando te paras y sin
quererlo te atormentan los recuerdos al escuchar esas canciones, malditas
canciones. Y al final con las cenizas del recuerdo se acaban mezclando unas
cuantas lagrimillas de nada, que a estas alturas ni tienen mucho sentido ni mucha
importancia. Algún que otro nudo en el estómago de yo que se qué, si rabia,
envidia, indignación, frustración...
Pero al final te resignas, sacas fuerzas,
y asumes que las cosas son como son, y casi nunca son como a ti te gustaría que fueran.
Así es que te repites ese you
can't always get what you want y prefieres amarrarte a lo
bueno de los años es que curan las heridas, obviando cómo continua el
verso, y aún no confiando mucho en ello, continuas
susurrando cuántas
noches soñé que regresabas y en mis brazos llorabas por tu error, y prosigues aún
con alguna ligera esperanza de algún día escuchar ese Venga, para poder decir Vale.