Tengo que dar el
primer paso, reconocer que todo esto empezó por mi culpa. Por dejarme llevar,
por no saber manejarme; por no echar el freno a tiempo. Por no saber decir
"no". Siempre creí que tenía el poder necesario para decidir por mí
misma. Quise jugar a manejar todo, quise sentirme superior. Quise pretender que
podía dominar mi mundo dándole a cada asunto su lugar. No. No pude. La ola me
inundó, mi cerebro se fugó. Y en situaciones así, ¿quién reacciona con un
mínimo de cordura? En realidad no importa. El
error estuvo en creer que podía salir inmune. Siempre tengo la sensación de
que no me pueden tocar, no me pueden dañar. Manejaba marionetas invisibles,
pero sin razonar que también fui una marioneta manejada por otro. Estaba
inmersa en un círculo vicioso, del cual no podía salir. Los días seguían su
curso, obviamente; pero yo estaba estancada. Daba igual si era lunes o jueves,
si eran las cuatro de la mañana o las seis de la tarde. Tenía la mirada
nublada, la boca cansada, las manos tristes. Mi moral no tenía perdón, no tenía
razón; merecía ser tirada en la primera esquina que apareciera, como una triste
colilla de un cigarro acabado. El mundo seguía exactamente igual. Amanecía,
había sol; anochecía, salía la luna. No había cambiado absolutamente nada. Por
eso entendí que tenía que tomar una decisión para cambiar la manera de ver los
días. Empecé aclarando que no sé decir "no", o no sabía. Aprendí,
como se aprende todo en la vida; fingiendo
fortaleza, demostrando altura aunque muriera por dentro. Siempre se
pretende liberarse de todo pensamiento, actuar acorde a un instinto salvaje;
fomentar la locura. Pero uno no puede dejar salir su monstruo interno cuando
tiene un pasado que lo condena. Uno no puede darse el lujo de generar
asociaciones en las mentes que no tienen otro tema del que hablar.
lunes, 21 de octubre de 2013
domingo, 13 de octubre de 2013
La Bella y la Bestia
“Si te vas a enamorar de mí, deberías darte cuenta de
que te vas a enamorar de mi forma de ser, de mis defectos y de mi manera de
sentir, de mis inseguridades, de mis miedos y de mi inmadurez; significa que
aceptarás como soy y no querrás cambiarme, como mucho, intentarás aconsejarme.
Has de saber que no soy perfecto, que como he dicho, tengo defectos, miedos y
dudas, pero si te fijas en mí y consigues llamar mi atención podría acabar
pareciéndote que soy lo que necesitas, lo que falta en tu vida.”
miércoles, 9 de octubre de 2013
Cuando sepas de mí
Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me
conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni
lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían.
Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni
nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán
de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de
hacernos olvidar.
Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué
tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de
detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra
la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del
mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco
tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría
echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en
arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo,
inconexo y mal.
Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre
mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero
ellos... nah.
A lo que iba.
Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí.
Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos
resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de
esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué
hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó
creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que
dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le
acaba siempre cediendo a un no.
Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos.
Que no se te note. Que nadie descubra esos ojos tuyos subrayados con agua y
sal.
Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos.
Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando
por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de
que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos
recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos
un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia
a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a
manos de un paladar exquisito.
Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea
tu atención.
Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas
cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti
como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste
quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que
tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la
cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una
suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se
partió.
Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el
día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo
pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.
A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me
conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a
morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar
tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que
cuente cosas sobre mí.
Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.
Haz ver que me olvidas.
Y me acabarás olvidando.
De
verdad.
____________________________________________________________________Risto Mejide___________
Suscribirse a:
Entradas (Atom)