miércoles, 13 de febrero de 2013


Es una pena que hoy en día lo extraño sea tener una relación más allá de un par de besos y alguna que otra conversación. Ya nadie se toma el tiempo en enamorar; las conversaciones se han convertido en textos, los argumentos en llamadas y los sentimientos en indirectas. La inseguridad se a vuelto una forma de pensar, los celos en hábito, engañar en accidente y ser lastimado en algo natural. Nos encantan las mentiras que están llenas de verdad. Es muy triste que se tenga miedo a querer, miedo a sufrir por las decepciones. Perder la ilusión por una sociedad que se llena de falsedad y de miedo a decir lo que se siente por no ser correspondido. Lo que esta sociedad necesita es hombres con más valor, que demuestren que merecen la pena; y no niñatos con flequillos y bandas de pop. Que muestren que lo que sienten es real, que sean capaces de sentir: de querer, de odiar, de amar, de desear. Hombres, no prototipos ni personas que intenta aparentar lo que no son. Una persona enamora cuando realmente se muestra con sus defectos y virtudes. Una relación debería definirse con buenos momentos, días únicos e inolvidables, sorpresas y decisiones espontáneas que desencadenan situaciones inesperadas e historias para recordar. Debería primar la alegría y los motivos por los que luchar, no las decepciones y los motivos por los que abandonar.



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