Te pido perdón
porque ayer pensaba que eras una mierda. Fue uno de esos días en que todo lo
ves de color negro, te sientes utilizada a mas no poder, sin ganas de
nada, impotente, decepcionada, etc... y no para de venir a tu cabeza la pregunta "¿por qué cuando crees estar haciendo
algo bien, resulta que no es como uno pensaba?” y te planteas la pregunta miles
de veces, piensas una respuesta pero no tiene sentido y te das cuenta de que sigues sin
entenderlo. Te deprimes, piensas que nada es como tú crees. Y sí Vida, ayer fue
un día de mierda, dominado por la decepción.
Me acosté con dolor de cabeza y
ganas de que acabara el día. En uno de esos pensamientos que aparecen cuando te
acuestas, volvió otra pregunta: "¿Voy a poder
confiar en alguien o no merece la pena dar un voto de confianza a aquellas
personas que no conoces?". Acto seguido, lo piensas dos veces y
llegas a la conclusión de que tienes que dejar de hacer de tus problemas todo
un mundo, dejar de llorar por cualquier tontería y sobre todo pensar que, el problema
lo tienen ellos. Hay personas que merecen la pena y otras que lo que les gusta
es jugar con la gente; que esas personas en las que tu confías y luego resulta
que no deberías haber confiado, son las que más te llegan a decepcionar, pero
realmente el problema le tienen ellas. A esto, que cierras los ojos y te das
cuenta de que eres joven, tienes buena salud, una familia extraordinaria, unas
amigas increíbles que se preocupan más de mi que de ellas mismas y siempre
están ahí, una vida completa en la que no me falta de nada gracias al trabajo de mis padres,
estudio en un buen colegio y mi clase es genial. Y podría estar hablando horas y
horas de cosas buenas de mi vida, incluso hay más cosas buenas que malas. Pero
voy a parar. Así que, querida Vida, la próxima vez que me veas
deprimida, por favor recuérdame que soy una chica afortunada y lo único que
tendría que hacer es darte las gracias por tener lo que tengo.
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