¿Cómo saber cuándo hay que dejar de buscar? ¿Cuándo
hay que dejar de jugar? ¿Cómo saber que ya le has encontrado? ¿Cómo saber quién
es esa persona con la que compartir el resto de tus días? ¿Por qué si sé que él
puede ser esa persona, hay algo que me aterra y no me deja ser sólo suya? ¿Es
miedo? ¿Mide a querer? ¿Miedo a que me quieran? ¿A creer que me quieren?
A veces lo tengo tan claro, otras tan oscuro, que
confundo los sentimientos con el miedo, la realidad con la imaginación, la
verdad con lo que mi mente quiere. ¿Quiero que me quieran? ¿Quiero dejarme
querer? ¿Por qué tan sí quiera se responderme a mí misma? Tal vez no es el
momento, pero entonces ¿cuándo lo será? y ¿cómo lo sabré?
Ya he encontrado una persona que me complementa, que
me comprende y me mima, pero no quiero creer que es perfecto, aunque no dudo
que lo sea, pero sé que puede haber otra mejor, mejor dicho, eso quiero pensar.
El problema es que no hago más que encontrarme a muchos peores, nadie le
iguala, ni mucho menos le supera, todos se quedan en una noche o en un par de
besos. Necesito alguien que me llene plenamente, que me haga perder la cabeza,
recordarle cada instante y esperar encontrármele en cada esquina; alguien que
consiga enamorarme, alguien a quien sea capaz de decir “te quiero”, que consiga
que esas dos palabras salgan de mi boca sin pensar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario