lunes, 6 de febrero de 2012

Nos encontramos sentados en la playa, una tarde cualquiera de verano, frente al mar. Ya no hace tanto calor y el sol comienza a esconderse por el horizonte. Aparentemente no estamos haciendo nada, nuestra mirada vaga perdida mar adentro sin ninguna expresión concreta. Para una persona que nos mire desde el paseo marítimo, nuestra inactividad contrasta con los chicos y chicas que juegan al voleibol, con los niños que están haciendo castillos de arena o con el anciano que pasea al perro por la orilla.

Sin embargo, nuestra mente experimenta una actividad frenética. Concentrados en nuestros problemas nos hemos aislado del mundo exterior y somos completamente ajenos a él. Por nuestra mente fluyen numerosos pensamientos, dudas, creencias, deseos y sentimientos…; estamos absortos en nuestro problema y unos pensamientos se encadenan con otros o los sustituyen momentáneamente. Pensar, recordar, desear, añorar, sentir… también son actividades, aunque diferentes de jugar al voleibol, pasear o hacer castillos de arena.
 

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