Cada vez que te miro recuerdo precipicios,
decisiones tomadas con miedo a caer, y sin embargo hemos descubierto que
tenemos alas. Cada vez que me estanco en tus pupilas pienso en cuánto mereces
la pena. Y ahora nos miro, echo la vista atrás y no soy capaz de creerme todo
esto. ¿Seguro que esto no es un sueño? Las horas contigo no llegan ni a
segundos y sin embargo han pasado ya unos meses, unos cuantos meses. Y no puedo
pedir nada más. Has sido tú la mejor razón que podía existir. Has sido la mejor
razón para perder completamente la razón y comenzar a sentir. Que ya era hora
de ser feliz. Ahora somos capaces de decírnoslo bajito y al oído, esas palabras
sinceras que poco decimos pero que cada día van a más.
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