El tiempo probablemente no exista, quizá sea un
invento para vender relojes. Se nos escapa cuando intentamos retenerlo, se nos
escurre de la memoria. Se comporta con mala intención cuando necesitas que
corra, manipulando lentamente las agujas de los relojes. Y cuando deseas que
los minutos no pasen, pasan cada vez más rápido. Todo es cuestión de tiempo,
“el tiempo es oro”, guía con precisión nuestros pasos, la duración de la
euforia e incluso controla cuántas lágrimas debes derramar. Los más
caprichosos, buscan pactos con diablos para anular sus efectos, pero es hábil y
el contador de segundos sigue en activo. Tic, tac, tic, tac. Sin embargo, las agujas podrán efectuar giros completos,
millones, infinitos, y aun así, mi tiempo seguirá siendo tuyo.
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