Un beso, otro y
otro, cada vez con más pasión, con más ansia, con más morbo. Esto solo acaba de
empezar. Tiritando estas ya. Mis brazos sobre tus hombros y con las manos te acaricio suavemente el pelo, tus manos
agarrando mi cintura y lentamente bajan hasta que las metes en los bolsillos
traseros de mi pantalón. Besos, mordiscos, nuestras lenguas jugando al “piílla-piílla”, nuestros cuerpos
cada vez más calientes y con más hormonas aceleradas y con ganas de más. Me
levantas, contra la pared, tu boca recorre todo mi cuello de arriba abajo y
lentamente sigues bajando, la ropa sobra. Desabrocho tu cinturón, el botón del
pantalón e introduzco mi mano un poco más allá, seguimos, continuamos. Las
ganas que tenemos de tenernos el uno al otro guían nuestros actos, nuestras
locuras y son las culpables de lo que suceda a continuación. Me estas poniendo
muy “tonta”. En este instante nuestras manos hablan por nosotros, ellas saben
lo que nos apetece, no hace falta decir nada. Las dejamos un rato jugar a ese
juego de mayores. A continuación rodeo tu cuello con mis brazos y mando a mis
labios a darse un paseo por tu cuello, tus orejas… Todos sabemos como acaba
esto, cansados, sudando y con la boca seca. Nos miramos, sonreímos; esa mirada
y esa sonrisa dicen todo lo que realmente pensamos: “lo echaba de menos,
realmente me apetecías de verdad”.
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