Soy
una de esas personas que se pregunta cosas que a la mayoría de gente le da
igual, que concede importancia a algo que los demás ignoran, y que ignora porqué
extraño motivo el mundo concede tanta importancia a determinadas cosas. Puedo
ser tan dulce como una tonelada de nubes de azúcar, pero no quieras hacerme
enfadar pues toda esa azúcar no tarda en disolverse. Te diré una cosa y es que
mi forma de ser podría ser bien simple, pero entonces no sería yo. No te
preocupes si a veces no me entiendes, lo reconozco, no me entiendo ni yo misma
aunque me gusta que intenten entenderme. Me importa demasiado la opinión de la
gente que considero imprescindible en mi vida, por el contrario me importa lo
que viene siendo nada, la opinión del resto del mundo. ¿Errores? Tengo muchos y
de todos he aprendido una buena lección. De errores se vive y de errores se
aprende. Cada uno es como es por lo que ha vivido y llega un momento en el que
cada uno es libre de decidir que va a hacer con su futuro. Puede que yo a veces
sea más controladora de lo que me gustaría y le doy un millón de vueltas a las
cosas hasta que el agobio y el pesimismo acaban conmigo. No soy perfecta, pero
tampoco pretendo serlo. Cambiaré todo aquello que me impida ser feliz, pero sin
dejar de ser yo misma. No hay cosa que más odie que qué la gente sea como no es
en realidad, quiero decir, que no me gusta nada la gente que no tiene
personalidad y que necesita ser como su entorno quiere que sea. Puede que yo sea una
incomprendida. Alguien raro en un mundo de normales, o la única normal en un
mundo de raros.
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