viernes, 8 de noviembre de 2013


Hace ya algunos años que tengo un mecanismo de defensa para enfrentar las distintas situaciones de mi vida: vivo esperando lo peor aunque en el fondo me guardo alguna esperanza; sé que por ser yo las cosas van a salir bien, tienen que salir bien. Sí, es un argumento bastante egocéntrico, pero me funciona gran parte de las veces. Vivimos en un mundo egoísta, donde cada uno mira por sí mismo. Donde la gente miente con el fin de engañar a sus contrincantes. Hemos hecho de la vida un juego, pero nada de un juego como el pilla-pilla o el escondite, en el que todos juegan y se divierten sino un juego de estrategias, de lucha, de jugar para ganar. Hoy en día los que juegan al escondite, se han quedado escondidos y no tienen la intención de salir para salvarse. Ya solo quedan jugadores de ajedrez, con la estrategia preparada y dispuestos a atacar.



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