Me
consumes, como si fuese un cigarrillo entre tus labios. Y es irónico porque
aquí la droga siempre has sido tú. No sé cómo, en tan poco tiempo, hemos podido
llegar tan lejos, pero tú te alejas en una dirección distinta a la que me alejo
yo. Y quizá ya te habrás dado cuenta de que la distancia no nos hace olvidar,
sino recordarnos más fuerte; con más fuerza de la que necesitamos para rompernos. Que la distancia lo único que hace es aumentar las
ganas que tenemos de querer mordernos la boca al besarnos, como si nos
vengásemos, así, de las circunstancias. Pero nada de eso, ha llegado septiembre
y ha sido como ese punto y final que ninguno de los dos se atrevió a escribir.
Ha llegado septiembre y como si se hubiese ido todo lo demás. A veces, de
madrugada, echo de menos que le des un sentido a mi insomnio. Y nada más. Sólo
espero que estés bien, o que no lo estés tanto, sin mí.
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