Me
duele, me duele que hayas vuelto a aparecer así y que te hayas ido de la misma
forma, no sabes cuánto. Siempre has sido como esas heridas de guerra, fugaz,
rápido y certero, muy certero; pequeñas heridas que curan fácilmente por fuera
pero siguen abiertas por dentro. Me gustaría que un día de estos, no hoy, ni
tampoco mañana; no tengo prisa, nunca la he tenido contigo porque se lo que
hay, se como somos; pues bien, que un día de esos que te recuerden a mí, me
eches de menos y te des cuenta de cómo te comportaste, de lo estúpido y cobarde
que fuiste. No creíste que lo nuestro fuera algo más, ese fue tu error, que
cuando te toco elegir no viste más allá de lo que había, que ni si quiera
pensaste en lo que podía haber sido, que creías saber lo que iba a pasar sin
darte cuenta de que las personas que éramos hace unos años ya quedaron atrás. Y
vuelta a la misma historia en lugar de ir un poco más allá, otra vez a escuchar
las mismas palabras que ponen fin una y otra vez a esta interminable historia.
Ni se te ha pasado por la cabeza lo que a mi me pudiera parecer, ni te a
importado el que tuviese que volver a escuchar la misma mierda de siempre que
ya me explota en la cabeza. No voy a luchar más por alguien que ni se da cuenta
de eso, que no me merece la pena. Y no es que me haya cansado de ti, me he
cansado de no poder tenerte, que es diferente. Y bien, ahora tú pretendes ser
feliz atado a una relación que no lleva a ninguna parte, quieres asentar la
cabeza y, para algo que haces bien, no es que hayas elegido la mejor manera.
Sabes que no es la mujer de tu vida, solo que te sientes menos carbón por solo
estar con una; y si, ahí va una de esas cosas que se piensan y nunca se dicen.
Pero bueno, te quise como a nadie y ahora me toca superarte como a otros.
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