“Tengo curiosidad
por saber si no sabemos llevar nuestra relación o si de por sí, está destinada
a ser un fracaso. ¿Por qué motivo nos hemos empeñado en estropear todo lo bueno
que tenemos? Me he encargado de idealizarte, de hacer de ti algo utópico e irreal,
algo totalmente surrealista. Porque es tu estilo lo que me mueve, es tu forma
irresponsable de llevar la vida lo que me hace estar pendiente de cada
movimiento que hagas, e irremediablemente te necesito para mantenerme estable.
Pero míranos, tolerarnos día tras día cada vez se hace más complicado, y
nuestra convivencia es la más dura que estos ojos jamás hayan visto. Por eso,
debo ordenarte que te vayas antes de que tus gritos y tus celos acaben por
destruir del todo mi mundo.
Pero te garantizo
que en cuanto des dos pasos, en cuanto te alejes más de lo que yo pueda
soportar, estaré de nuevo buscándote en las palabras de otros, y trataré de
encontrarte en cada abrazo que reciba, porque bien sabes que no hay ningún otro
aroma que sepa apreciar mejor que el de tu cigarro y son tus miradas lo único
que me llena.
Reconozco que
nuestra rutina se ha convertido en disfrutar el uno del otro durante algún
corto periodo de tiempo, para que de forma inevitable, acabes por tirarme
brochazos de pintura a la cara, como si de otro de tus lienzos se tratase. Pero
asumo también, que solo va a estar mi mano el día que caigas, y eso es lo que
hace que este estúpido ciclo siga vivo. A pesar de todo, créeme cuando te digo
que es precisamente esa estupidez lo que me permite subsistir.”
María Rodríguez Vidriales
(MRV).
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