Te pones a escuchar música y sientes como tus oídos
se perturban, tu imaginación sale a flote y tus manos desvisten poco a poco
cada paso de la letra. Te vuelves loco y mueves tus cabeza pensando en el
mejor concierto que jamás oíste. Una sonrisa aparece en tu cara. Crees ser el dios del mundo mientras tocas esa
guitarra que suena en el aire acompañado de tu voz prodigiosa que imita al
verdadero dios que la canta. Subes, bajas, creas tensión entre tus cuerdas
vocales y tu imaginación empezó a echar humo pues te subiste a la cama a cantar
hacia tu público, una mesa con papeles y
nos papeles sin nada. Lo vives. Poco a poco te aceleras, llega el final… terminó y tú con
una pose de figura de acción.
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