jueves, 20 de marzo de 2014

El juego del ángel

Acaricié y besé cada centímetro de su piel como si quisiera memorizarlo de por vida. Chloé no tenía prisa y respondía al tacto de mis manos y mis labios con suaves gemidos que me guiaban. Luego me hizo tenderme sobre el lecho y cubrió mi cuerpo con el suyo hasta que sentí que cada poro me quemaba. Posé mis manos en su espalda y recorrí aquella línea milagrosa que marcaba su columna. Su mirada impenetrable me observaba a apenas unos centímetros de mi rostro. Sentí que tenía que decirle algo.
         - Me llamo…
         -  Shhh…
      Antes de que pudiera decir alguna bobada más, Chloé posó sus labios sobre los míos y, por espacio de una hora, me hizo desaparecer del mundo. Consciente de mi torpeza pero haciéndome creer que no la advertía, Chloé anticipaba cada uno de mis movimientos y guiaba mis manos por su cuerpo sin prisa ni pudor. No había hastío ni ausencia en sus ojos. Se dejaba hacer y saborear con infinita paciencia y una ternura que me hizo olvidar cómo había llegado hasta allí.  Aquella noche, por el breve espacio de una hora, me aprendí cada línea de su piel como otros aprenden oraciones o condenas. Más tarde, cuando apenas me quedaba aliento, Chloé me dejó apoyar la cabeza sobre su pecho y me acarició el pelo durante un largo silencio, hasta que me dormí en sus brazos con la mano entre sus muslos.

Carlos Ruíz Zafón. 

sábado, 15 de marzo de 2014

Sentada en silencio, pensándote a gritos



En esos días en los que estás cansado de todo y no ves ni un rayo de luz, llámame, no prometo hacerte reír pero puedo recordarte lo mucho que vales. Si algún día decides huir, no dudes en llamarme, no prometo pedirte que te detengas, prefiero huir contigo. En esos ratos en los que parece que te va a explotar la cabeza por la cantidad de bobadas que hay que escuchar a lo largo del día, llámame, prometo no hablar mucho, tan sólo ir a abrazarte. Si has perdido las ganas y no las encuentras por ninguna parte, llámame, no prometo encontrarlas pero si ayudarte a buscarlas. Pero si algún día me llamas y no respondo, ven corriendo a por mí, tal vez ese día sea yo quién te necesite.

viernes, 7 de marzo de 2014


Un abrazo por la espalda. Un beso en la frente. Un te quiero inesperado. Una mirada de deseo. Una sonrisa verdadera. Un gracias antes de un "por existir". Una canción en un momento especial. Una felicidad compartida. Un futuro nacido de la imaginación, un pasado lleno de recuerdos y un presente que no desperdiciar. Una historia única de esas imposibles de olvidar. Un “no te puedo dejar marchar” equivalente a un “te necesito”. Un placer provocado. Un beso nada más despertar. Una mente en blanco después de un mal día pero antes de un abrazo más que necesario. Un destino, dos billetes. Una bomba de sensaciones. Palabras sinceras. Un juego de dos.