sábado, 24 de marzo de 2012


Te pones a escuchar música y sientes como tus oídos se perturban, tu imaginación sale a flote y tus manos desvisten poco a poco cada paso de la letra. Te vuelves loco y mueves tus cabeza pensando en el mejor concierto que jamás oíste. Una sonrisa aparece en tu cara. Crees ser el dios del mundo mientras tocas esa guitarra que suena en el aire acompañado de tu voz prodigiosa que imita al verdadero dios que la canta. Subes, bajas, creas tensión entre tus cuerdas vocales y tu imaginación empezó a echar humo pues te subiste a la cama a cantar hacia tu público, una mesa con papeles  y nos papeles sin nada. Lo vives. Poco a poco te aceleras,  llega el final… terminó y tú con una pose de figura de acción.





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